26 de mayo de 2014

Viajar con las palabras al Valle Gran Rey

Copio abajo el artículo publicado en Cirqla.com, tal y como ha aparecido en el magazine del Círculo de Lectores. Espero que os guste.
JLConty


José Luis Conty nos hace viajar con las palabras al Valle Gran Rey

Llegar a Valle Gran Rey, en la isla canaria de La Gomera es dejarse invadir por la luz. Es entender de inmediato que el tiempo se detiene, las horas se distancian entre ellas y el reloj se convierte en un objeto inservible.

Nombres como Guarañel, Chelé, El Guincho o Taguluche sugieren paisajes y suenan a calma, a murmullos serenos en el sosiego de un lugar donde el negro basáltico contrasta con el turquesa traslúcido de las rompientes, con el blanco de la espuma extendida sobre la arena oscura y salpicada por el rojo volcánico de algunas rocas.

Reina en su paseo el silencio roto por la canción de los cantos, que ruedan y rechinan chocando entre sí arrastrados por la resaca. Un sonido misterioso, antiguo, rítmico, eterno. La voz del mar que se graba en la memoria del caminante.

En Valle Gran Rey aturde el silencio y la vista del viajero se pierde sin saber dónde mirar. Dudará si quiere fundirse con el horizonte infinito de una puesta de sol en el mar, un ocaso que se remata, a lo lejos, con la silueta de la isla, también perdida, de El Hierro. O quizás escoja dejarse impresionar por la inmensa mole piramidal, negra y roja de La Mérica, una montaña vertical que cae acantilada desde más de quinientos metros de altura apretando al pueblo contra el mar, arrinconándolo en una lengua de aluvión en la que se asientan las casas de pescadores, bajas y coloridas, las playas, casi siempre desiertas y el puerto.

Valle Gran Rey, visto desde el barranco, es una profunda hendidura de laderas transformadas por el hombre en bancales verdes y casitas que se esparcen por el valle escondidas entre los riscos, los naranjos, los guarapos y los laureles. Un oasis en el desierto del sur de la isla perdida. Una brecha profunda en la tierra negra salpicada de violetas, lirios, retamas, orquídeas y acantos que termina en la luminosa superficie plateada del mar.

Valle Gran Rey es un paraíso natural, pero es también el reino de la tolerancia y de la libertad. El lugar en el que el rojo no significa prohibido, sino color, el color del atardecer, de la luz, de los adoradores del sol. Calma, permisividad, relax y tiempo para todo y para todos.

Qué más se puede decir de un lugar de donde uno nunca quiere salir. Quizás todo se pueda resumir con las palabras y el gesto que me dedicó Pepe, el dueño de una tienda en la playa.

— ¿Quién querría abandonar esta paz y perderse este olor?

Y alargó la mano, abierta hacia las olas, y se la llevó a la cara mientras cerraba los ojos y aspiraba profundamente todo el perfume del mar.

Después los abrió y sonrió diciendo…

—De Valle Gran Rey nadie se va del todo. Al irse, todos dejan aquí un poco de su libertad.

Por José Luis Conty autor de Los caminos del agua.

Descubre ahora en Arrobabooks.com la novela Los caminos del agua del escritor José Luis Conty. Es uno de nuestros libros recomendados.

22 de mayo de 2014

Valle Gran Rey, un paraiso en la isla perdida de la Gomera.

Acaban de publicar en Cirqla.com un artículo sobre Valle Gran Rey, en La Gomera.

En él intento explicar lo que supone para nosotros y para la gente que lo conoce ese lugar tan fantástico y tan desconocido para la mayoría de los españoles.

Playas casi desiertas, colores y sonidos eternos que reinan en el silencio general. Ausencia de aglomeraciones y de edificios turísticos. Pocos viajeros y unos paisajes espectaculares que podréis descubrir muy cerca, sin la necesidad de viajar lejos.

Espero que el artículo y sus fotos os guste.

Os dejo aquí el Link para que lo leáis y espero que esa lectura os haga buscar información y terminésis, como nosotros, visitando Valle Gran Rey casi cada año.

http://www.cirqla.com/jose-luis-conty-nos-hace-viajar-con-las-palabras-al-valle-gran-rey/


J.L.Conty




16 de mayo de 2014

Las aventuras de Kavalier y Clay, de Michael Chabon.


Cuando comencé a leer esta novela, me pareció casi pesada. Me costó encontrar el tono del escritor. Después poco a poco y sobre todo desde la mitad consiguió engancharme como solo lo hace un buen libro.

Digamos que la primera parte se centra más en el personaje de Joe Kavalier pero es desde la mitad hasta el final cuando su obsesiva inútil y desequilibrada lucha contra el nazismo me provocó un sentimiento casi agónico al ir desentrañando un desenlace en el que su infructuoso intento termina afectándole tanto que el personaje se pierde. Solo al final, parece comprender sus errores y gracias a la inocencia de un niño parece ser capaz de recuperar su vida. Ese atisbo de esperanza del final de la novela fue capaz, en mi caso, de compensar ese sentimiento agónico que causó en mí casi toda la obra, del que solo pude sobreponerme gracias a la ironía y el humor con el que el autor endulza todo el relato.

Algo parecido pasa con el otro protagonista fundamental del libro, Sam Clay. Este personaje despertó en mí ternura, por su condición sensible y dulce, admiración por su condición de emprendedor, por su empeño, su inteligencia y su fuerza de voluntad y tristeza, un profunda y atenazadora tristeza ante la imposibilidad (y también ante su incapacidad ) de manifestarse como el homosexual que es en un medio, los Estados Unidos de mitad del siglo pasado, que la novela me hizo sentir percibir claustrofóbico, no solo para los homosexuales, sino para cualquiera que se saliera de la normalidad oficial.

El final, un traslado al sur y al oeste, donde un ambiente más cultural y que se presume como más permisible, hace, que como en el caso del personaje anterior, se perciba el futuro con cierta esperanza.

En definitiva, una hermosa novela que expresa una gran sensibilidad ante las circunstancias que rodean a los dos protagonistas, crítica ante la especulación, que describe perfectamente el ambiente del Nueva York de la década de los cuarenta y escrita con tal ironía que me permitió divertirme sin caer en la desesperanza.

     

10 de mayo de 2014

Sentimientos enredados.

En la feria del libro de León he tenido la oportunidad de sentir tristeza.
No ha sido por la presentación de mi novela, que no estuvo nada mal, aunque la mayoría, por no decir todos, fueran amigos.
No, me siento mal por lo que he visto, por lo que sabes, pero que solo ocasionalmente se manifiesta tan crudamente.
Sí, no se puede sentir otra cosa cuando ves que día tras día un buen poeta espera sentado en un carpa, dispuesto a firmar su libro sabedor de que nadie se presentará con él para pedirle que se lo dedique.
Los libros, como el cine o la música y sus autores han caído presas de la globalización en las garras del consumismo estúpido.
No es algo nuevo, no. Lo sé. Pero que pena da pensar que ahora un poemario, una novela, un ensayo, un álbum de música o una película, se compra porque se anuncia, porque se publicita en la televisión o en la prensa o porque su autor es famoso.
La cultura continua siendo fagocitada por el mercado, por el poder del dinero y uno no puede por menos de sentirse muy triste cuando piensa que los libros se parecen mucho más de lo que parece a las grandes marcas de ropa o a las tiendas de las grandes cadenas de ventas de lo que sea.
La mejor expresión de que la divulgación de la cultura ha perdido la batalla con respecto a la venta de best seller es la imagen de un poeta, esperando sentado pacientemente en una carpa vacía. Un genio que sabe que nadie acudirá a él, que se sabe solo, que deja escapar una lágrima cuando termina su turno y se va silencioso, sin llamar la atención, sin decir nada a nadie, sin haber firmado ni un poemario.
Me sentí afortunado en mi presentación en León y en Avilés. Al menos no estaba solo, estaba acompañado por mucha buena gente y muchos de ellos han leído mi libro y sé que lo leerán más. Pero he sentido profundamente la resignación de los poetas.
De esa resignación de quien tiene conciencia de la soledad, de la lágrima que se escapa sin que nadie la vea, nacerá algún día un nuevo poema y quizás ese sea el que se lea y se escuche y se sienta y se disfrute. Y si no es así, tampoco importa, porque lo que importa son esos versos con sus sentimientos enredados.
De esa lágrima que una chiquilla vio resbalar solitaria y resignada nacerá una rima.

No sintáis tristeza. Ese es el triunfo de un poeta.

7 de mayo de 2014

Jueves 8 de mayo. Presentación en León de "Los caminos del agua"



Estimados amig@s:
Mañana, día 8 de mayo, presento en León, en la Feria del Libro, mi novela “Los caminos del agua”.
Será en la carpa de firmas a las 20:00. El libro lo presentará conmigo Alfonso García, escritor, fundador y director del Semanal “El Filandón” del Diario de León hasta hace muy poco, que entre cosas ha sido también Director del Instituto Leonés de Cultura y tiene una extensa lista de libros publicados.
Acompañando a la presentación, que durará una media hora, proyectaremos un reportaje sobre Camboya hecho con las imágenes y personajes que dieron lugar al libro y se repartirán unos “marcapáginas” sobre la novela.
Al final, habrá también un turno de preguntas para los que quieran conocer algún aspecto concreto sobre el libro.

Os dejo aquí, unos párrafos de la charla de presentación:

“Los caminos del agua” es una aventura con personajes que entrecruzan sus vidas. Una historia en la que algunos personajes aprenden y encuentran su sitio y otros pierden incluso la oportunidad de vivir.
Una novela en la que sus protagonistas representan casi por orden de aparición el desengaño, la sencillez, la arrogancia o la apatía, todo ello en un país con unos paisajes tan bellos y una historia tan trepidante y brutal como solo Camboya puede ofrecer.
Un relato en el que los secretos y la guerra del Jemer Rojo me permitieron crear un ambiente de incertidumbre, de suspense y espero que de cierta emoción, porque como siempre digo “si un libro no es capaz de entretener y emocionar al mismo tiempo… no merece la pena.”


Fragmento de la presentación en León
José Luis Conty