26 de junio de 2014

Primera Travesía Náutica Xacobea 2.014 . Historia de las peregrinaciones marítimas ( 2ª Parte)

LA TRAVESÍA MARÍTIMA HASTA SANTIAGO EN LA EDAD MEDIA
La ruta que comunica por mar el sur de Inglaterra con el norte de España se ha realizado con regularidad desde la antigüedad. La ascendencia celta de las poblaciones del norte de la península está, probablemente, en relación con las migraciones y el comercio que los europeos practicaron con Asturias y Galicia, existiendo ya constancia de estos movimientos migratorios marítimos en los siglos V y VI.

El primer relato escrito data del siglo VII y en él se describe como los monjes irlandeses que llegan a Galicia fundan el monasterio de Santa María de Bretoña, cerca de Ribadeo y del que aún se conservan restos.

Por entonces ya se empezaba a practicar la navegación directa, es decir, se enfilaba una línea recta desde Cornualles o Devon, en el sur de Inglaterra, hacia el Cabo Ortegal en el norte de Galicia. Al ser una navegación oceánica, sin avistar la costa, y al no existir instrumentos de navegación, la travesía era difícil y arriesgada, más teniendo en cuenta de que los barcos eran pequeños y débiles.

Esta travesía marítima suponía y supone, además de una distancia considerable, atravesar el golfo de Vizcaya una zona difícil, con temibles galernas, frecuentes tormentas, enormes olas y fuertes corrientes.


Los Embarcaciones:
Las naves eran siempre multiusos ya que su propósito era fundamentalmente el comercio que se completaba con el transporte de peregrinos.
Hasta el siglo XII la mayoría de los navíos aún se manejaban con remos que se utilizaban cuando no soplaba el viento, tal y como hacían griegos y romanos. A partir del siglo XIII y XIV comenzaron a utilizarse algunos instrumentos de navegación rudimentarios, como la brújula, y las naves avanzaron en el diseño permitiendo un viaje algo más cómodo.
La nave típica fue la “coca” un pequeño barco original del norte de Europa, de poca eslora, mucha manga, timón de codaste y dotado con un único palo de vela cuadrada al estilo vikingo.

El tipo de viaje.
Las circunstancias del viaje debían de ser terribles. La falta de espacio en las pequeñas naves, para las que lo importante era la carga y no el pasaje, hacía que los peregrinos fueran literalmente apiñados y las condiciones higiénicas eran pésimas. Al insoportable mal olor causado por la ausencia de ventilación, la acumulación de excrementos, vómitos y alimentos putrefactos, se le unía un trato degradante por parte de la tripulación.
No obstante la ruta a pie era tan dura, tan larga y tan peligrosa en aquella época que en uno de los pocos relatos de peregrinos que se conocen, Andrew Boorde, en el siglo XVI, llegó a decir que “prefería ir cinco veces a Roma por mar que una sola por tierra a Santiago”.
La duración del viaje solía ser de entre tres y siete días dependiendo de la meteorología. Eran por tanto cortos, si el tiempo era bueno, pero eran comunes los viajes de una semana o más con condiciones de mar muy duras. Tampoco eran extraños los ataques de los piratas y en ambos casos era frecuente que el viaje terminara en naufragio o en un puerto diferente al del destino, siendo habituales los desembarcos en Ribadeo o Vivero desde donde los peregrinos tomaban el llamado Camino del Norte para llegar a Santiago.

Así pues La peregrinación marítima jacobea desde Inglaterra a finales de la Edad Media se caracterizó por ser una ruta rápida, no exenta de grandes peligros y caracterizada por combinar el traslado de peregrinos al Santuario del Apóstol con el comercio de vino hacia Inglaterra, mientras que desde Galicia se importaban paños, vestidos o armas. Esta ruta, llamada ahora “El camino inglés” cayó en decadencia a partir del siglo XV con el inicio de la reforma protestante y el resurgimiento del comercio del vino con otras zonas.

De estas peregrinaciones no existen demasiados testimonios ni relatos. Los pocos que existen nos hablan de las pésimas condiciones y los peligros del viaje, incluso de los milagros que salvaron vidas gracias a la invocación del Apóstol.

Sobre los relatos de estos peregrinos de la Edad Media, intercalados con las aventuras y anécdotas de los barcos que participan en las distintas etapas de esta primera Travesía Náutica Xacobea 2.014, que empieza en el norte de Europa y termina en la Ría de Arosa, tratarán los capítulos de esta serie de reportajes. Hasta él llegaremos los casi cincuenta barcos de vela que realizaremos la travesía.

Sin duda que, en más de una ocasión, sentiremos el peligro y las dificultades de navegar por mares difíciles y peligrosos. Será una forma apasionante de sentir las adversidades que los peregrinos de antaño debieron sufrir, eso si con algunas comodidades más.

Mi agradecimiento todos los autores cuyos trabajos he consultado, pero especialmente a Mª Violeta Miraz Seco de cuya tesis doctoral dirigida por Paz Portilla han salido la mayoría de los datos.

22 de junio de 2014

Imágenes relacionadas con las peregrinaciones marítimas en la Edad Media.

Os dejo aquí algunas imágenes relacionadas con las peregrinaciones marítimas a Santiago de Compostela.
La primera es una imagen del mapa con los puertos comerciales gallegos en la Edad Media y una imagen de un mapa con los principales faros Ingleses. Hay que recordar que la navegación en esas fechas se realizaba sin instrumentos, basándose en antiguas cartas y en las tradiciones orales y escritas entre los marinos y que para ellos los faros eran de máxima importancia. De hecho a La Coruña se la conocía como La ciudad del Faro.
Le sigue una lámina de peregrinos con fondo marítimo tomada, como las demás, de la tesis doctoral de Mª Violeta Miraz Seco. Junto a ella una reproducción de los lugares más frecuentes de peregrinación en la Inglaterra de la Edad Media. En esa época las peregrinaciones eran una auténtica aventura y de ellas han quedado elementos muy importantes en la literatura inglesa y universal como "Los cuentos de Canterbury"

19 de junio de 2014

Reportaje sobre la Primera Travesía Náutica Xacobea. Un poco de Historia (Parte 1)

La historia de las peregrinaciones marítimas a Santiago de Compostela (Parte I)
Por José Luis Conty, autor de “Los caminos del agua” (arrobabooks.com) una novela de aventura y más con tema náutico de fondo.

La primera Travesía Náutica Xacobea nace como idea de la Asociación de Clubes Náuticos Gallegos (Asnauga) coincidiendo con la conmemoración del 800 aniversario de la peregrinación de San Francisco de Asís a Santiago.
La organización ha previsto dos vertientes, la Mediterránea que ha partido de Genova el 15/6/2.014 para llegar a Puerto Cruz en la desembocadura del Río Ulla muy cerca de Padrón, y la Ruta Norte que seguirán barcos que llegarán desde el norte de Europa y de la costa Cantábrica en distintos trayectos para unirse el día 5/7/14 en Avilés y comenzar desde este puerto una ruta conjunta, que como la Mediterránea acabará en Padrón, lugar al que según la leyenda llegó el cuerpo del Apóstol traído por sus dos discípulos Teodoro y Atanasio.
Esta primera Travesía Náutica Xacobea en la ruta mediterránea contará con 12 embarcaciones de una eslora media de 15 metros y un total de 62 tripulantes peregrinos que desde Génova recorrerán las 1512 ,millas que les separan de su destino. En la ruta norte participarán 35 barcos con una eslora media de 12 metros que recorrerán las 283 millas que por etapas que hay entre Avilés y Puerto Cruz (Padrón). Los barcos de esta ruta norte proceden de Galicia, Cantabria, País vasco, Asturias (el 43 %), Francia, Irlanda y Bélgica.

Desde estas páginas, los tripulantes del Roatán, (Emma y José Luis Conty) os ofreceremos un reportaje en distintos capítulos que incluirán la historia, las travesías, fotografías, las diferentes etapas de nuestra peregrinación con anécdotas, relatos de los participantes, descripción de puertos y ciudades y una breve mención a fondeaderos, puertos de refugio y otras circunstancias de nuestra aventura.
Todo ello lo podréis leer en el Magazine del Círculo de Lectores (http://cirqla.com/), pero si quiere ver más fotos y más detalles puedes visitar nuestro blog: http://elblogdejlconty.blogspot.com.es/

Un poco de historia


Imagen de una coca: Una coca (cog) con un timón de popa de una ilustración del Lutrell Psalter de alrededor del 1335-40. HUTCHINSON, G., Medieval Ships and Shipping, Leicester University Press, London, 1994, p. 54


Haciendo un poco de historia hay que remontarse a principios del siglo VII en el que circulaba un breve relato anónimo en el que se difundía la noticia de que el Apóstol Santiago había predicado en la Península Ibérica e incluso se mencionaba el lugar donde estaba enterrado. Este relato se encuentra en el Breviarium Apostolorum de San Adelmo quien leyó esta noticia antes de morir, entre 667 y 680.

La tradición dice que en el año 813 un ermitaño llamado Pelayo (Pelagio) vio caer una lluvia de estrellas sobre un lugar de Iria Flavia. El Obispo Teodomiro descubrió el sepulcro en el que se encontraron tres cadáveres, el de Santiago y los sus dos discípulos.

Comenzó entonces una peregrinación de los cristianos, El Camino de Santiago, que ha llegado hasta nuestro días y en la que casi todos los historiadores están de acuerdo en que ha sido y es una pieza fundamental en la vertebración de Europa.

La primera peregrinación marítima a Santiago de la que hay constancia data del año 1102 cuando San Godric de Finchale, un cruzado, mercader, peregrino y pirata visitó Santiago volviendo de las Cruzadas. En 1147 está también fechado el paso Por santiago de una escuadra de cruzados de la Europa del Norte que iban a Tierra Santa. Con estas dos peregrinaciones marítimas nace el Camino Inglés caracterizado por dos fases, una peregrinación marítima desde el Norte de Europa, fundamentalmente desde Inglaterra y otra a pie desde el punto de Galicia donde desembarcaban y que les llevaba por tierra hasta Santiago. Desde entonces y hasta finales de la Edad Media, llegaron a Galicia barcos escandinavos, flamencos, ingleses, escoceses, irlandeses, etc.

Hubo pues dos rutas marítimas de peregrinación a Santiago, que son las que se han intentado rememorar con esta travesía organizada por Asnauga. La menos frecuente es la que seguían los cruzados y peregrinos que visitaban Santiago regresando por el Mediterráneo desde Tierra Santa y la más frecuente, conocida como El Camino Inglés que partía desde los puertos de Europa del Norte y sobre todo del sur de Inglaterra.
Los puertos de salida habituales en Inglaterra eran Dartmouth, Fowey y sobre todo Plymouth y Bristol. Dado que los barcos que llegaba desde Inglaterra a Galicia transportaban peregrinos fundamentalmente comerciaban con vino, escogían el puerto mas adecuado y más cercano a Santiago para que los peregrinos hicieran rápido el camino por tierra y así poder regresar cuanto antes a Inglaterra. Por esa razón los puertos más comunes de llegada eran ocasionalmente puertos vascos, cántabros, asturianos... pero especialmente por los de Ribadeo, Viveiro, Puentedeume, Noia, Padrón y sobre todo A Coruña que era el más preparado técnicamente, el que contaba con permisos reales para este tipo de comercio y uno de los más cercanos a Santiago.

Las Rutas

Una de las peregrinaciones más antiguas de las que se tiene constancia partió en el siglo XII de Ribe en Dinamarca hasta A Coruña y respecto a la duración de la travesía el relato dice así: “Desde Ribe a Sinkfall en Flandes, se puede navegar en cuatro días y el mismo número de noches. Desde Sinkfall en Flandes hasta Prawle en Inglaterra dos días y una noche. Este es el cabo más lejano en el sur de Inglaterra, al que se llega desde Ribe navegando de forma angulosa de sur a oeste. Desde Prawle en Inglaterra a Saint Mathieu se llega en un día. Desde allí al Faro cerca de Santiago en tres días y tres noches. Desde allí son dos días y dos noches (…)”.
Inicialmente en el siglo XI y XII las derrotas seguidas cruzaban el canal de la Mancha y los peregrinos desembarcaban en Normandía para seguir a pie hasta Santiago siguiendo el llamando Camino Francés.
Posteriormente se acortó la peregrinación terrestre y los barcos solían dejar a los peregrinos en la Bretaña Francesa cerca de los Pirineos, hasta que finalmente y sobre todo por la peligrosidad que suponía transitar por el Camino Frances debido a la Guerra del Cien Años entre Francia e Inglaterra, se impuso la ruta directa desde el sur de Inglaterra a Galicia. Esta ruta fue la que más tráfico de peregrinos tuvo sobre todo entre los siglos XIV y XV llegando a contabilizarse en 1434 con 73 licencias de barcos para 2.810 peregrinos.

El próximo capítulo hablaremos de las condiciones de la travesía en la Edad Media, las embarcaciones que se usaban y sobre las condiciones de navegación.


Mi agradecimiento todos los autores cuyos trabajos he consultado, pero especialmente a Mª Violeta Miraz Seco de cuya tesis doctoral dirigida por Paz Portilla han salido la mayoría de los datos.

6 de junio de 2014

Charla para la presentación de "Los caminos del agua" en Oviedo.

Gracias Mabel. Por acompañarme en esta presentación, aquí en Oviedo, una ciudad que me trae muchos y muy buenos recuerdos.

En primer lugar agradecerles a ustedes su presencia. Me gustaría entretenerles durante quince minutos sin defraudarles. Espero conseguirlo y para que ustedes se sitúen en el país, con los paisajes donde se desarrolla la trama de esta historia vamos a ofrecerles unas fotografías de Camboya esperando que ello les ayude a conectar con el ambiente de un país tan atractivo como este.

Para los que no lo sepan, Mabel Mariño, que es una especialista en comunicación, faceta que ejerce desde su empresa MTres aquí en Asturias, es  también una experta del lenguaje, así que cuando terminé mi novela y después de que la leyeran en mi familia, le pedí que revisara y corrigiera el texto. Tuve la suerte de que accediera, y además, de aprender mucho con sus orientaciones. Sus ánimos, su impulso y su fe en el libro fueron muy valiosos para mí. Gracias a eso  me atreví a presentarlo en algún concurso literario y acabó siendo finalista del premio Círculo de Lectores primero y publicada por Arrobabooks después, con lo que a Mabel, este libro y yo le debemos no sólo la suerte de tenerla aquí, acompañándome en esta presentación, le debemos mucho más.
Así que muchas gracias, Mabel, esta novela es un poco tuya, como lo es también de otras personas que colaboraron de una u otra forma conmigo y a los que desde aquí les agradezco también su ayuda, entre ellos al equipo de edición del Círculo de Lectores, con Cristina y Karin a la cabeza, a Rafael del Busto y a Julio Llamazares que también me ayudaron o me orientaron en este difícil oficio que no es el mío. Así que cuando lean el libro, si les gusta, piensen un poquito en ellos.

Antes de continuar me gustaría comentar que Asturias en general y Oviedo en particular han sido y son para mí, y para muchos leoneses más, un referente a la hora de estudiar, de trabajar y también de disfrutar. Yo tuve la suerte de vivir aquí durante casi diez años, nunca me desvinculé del todo ni de eta ciudad ni del Principado y si hay una cosa que yo destacaría de Asturias es el carácter divertido, hospitalario y campechano de sus gentes.

A mí, Oviedo me trató muy bien, aquí pasé mi juventud y nunca olvidaré la Calle Mon, la Facultad de Medicina, el Barrio de Buena Vista en el que vivía, o la plaza del Fontán con aquel mercado que era una verdadera maravilla.
Fueron mucho años, muchos amigos y muchas impresiones nuevas para una muchacho de León que llegaba a Oviedo con ganas de conocer un mundo diferente. De todas aquellas experiencias acabaron surgiendo personajes para relatos y novelas como el de Eduardo, un médico asturiano con el que empieza esta  y que es junto con Channa el eje sobre el que gira el libro “Los caminos del agua”.

Abordar la presentación de un libro digital plantea diferencias con otras presentaciones.     Para obviarlas, tenemos para ustedes unos “marcapáginas” y, como ya les he adelantado durante la charla, vamos a proyectar una serie de fotografías de Camboya y de los lugares que me inspiraron la trama de la novela. En ellas aparecen personas que pasadas por el tamiz de la imaginación dieron lugar a algunos de los protagonistas de esta historia.
En cualquier caso, y quizás porque ser la primera novela que publico,  he preferido contarles a ustedes lo que es el libro, pero también lo que este supuso y supone para mi.

Como dijo D. Francisco Umbral o mejor dicho tergiversando un poco el famoso episodio que protagonizó con Mercedes Milá, ustedes lo que han venido aquí es a escucharnos hablar de este libro...
Y quizás debería empezar explicando porqué lo escribí, porqué sigo escribiendo.

Les aseguro que no es nada fácil. Debería poder contarles que esta siempre fue mi vocación, pero la verdad es que más que en vocaciones  yo creo en las influencias de autores, de lecturas, de profesores, etc.

Por otra parte, Todos en algún momento nos hemos sentido atraídos por la imagen que de los escritores se tiene.  Porque ¿cómo no va a sentirse uno atraído por esos personajes que nos presentan como tipos atractivos, enfrentados a ratos a una máquina de escribir antigua, pero que se pasan la mayor parte del tiempo sin trabajar y enredados en alguna conspiración en vez de sentados hora tras hora frente al ordenador?.

Claro que cualquiera que espere conseguir escribir un libro con esos planteamientos, se equivoca de parte a parte porque al menos para mí, aunque me hubiera gustado ser un personaje más bohemio, escribir me ha supuesto todo lo contrario.  Es decir, noches en blanco y retorcer las ideas y las palabras hasta que un párrafo parezca aceptable, para al final acabar,  la mayor parte de las veces, enviándolo con un clic a la “papelera de reciclaje” o lo que es peor, que el editor te lo tache  aconsejándote que lo elimines.

Sí, porque el oficio de escritor debería llamarse borrador o  tachador o corrector interminable, pero uno no se da cuenta de esto hasta que,  engañado por esa imagen idílica,   consigue garabatear un primer relato.    Después…    Después ya no hay marcha atrás.

Por tanto, puede que detrás de muchas vocaciones esté esa imagen novelesca  del escritor interesante, atractivo, aficionado a la noche y a las barras de oscuros tugurios, pero a mi,  desde mi época de estudiante, me empujó más la fascinación que siempre he sentido por todos aquellos que han sido capaces de entretenerme, de embelesarme, de hacerme imaginar una escena detrás de otra gracias a su capacidad para describir un paisaje, un personaje o relatar una historia inventada o real, hablada o escrita, pero siempre una historia bien contada.

La intención de escribir estaba ahí, pero era un proyecto pendiente de realizar para cuando tuviera tiempo, aplazado hasta que me jubilara y sin embargo todo empezó casi sin querer, viajando por Camboya en compañía de mi mujer y de me hija,  después de conocer una familia muy pobre, pero con una dignidad y una alegría de vivir que me impulsaron a  escribir esta novela “Los caminos del agua”

Al menos, ahora se podrá decir de mí que no dejo las cosas para más tarde y que cumplo con el refrán que desde pequeño me inculcaron mis padres de “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.”

La idea de esta primera novela consistía en dejar patentes las diferencias entre el tipo de vida occidental marcada por el consumo, la posesión, el capricho… con la forma sencilla y sin pretensiones de vivir que aún se puede encontrar en algunas aldeas del sudeste asiático.

Este era el tema básico, pero al final cada libro parece que de alguna manera se va haciendo solo, como si el escritor solo pusiera la pluma sobre el papel o los dedos en el teclado y se dejara llevar, porque el libro, realmente, se hace a sí mismo.
Lleva tiempo documentarse, encajar hechos ficticios dentro de un marco real, pero pienso que el género novelesco cuenta con la ventaja para el escritor de que no todo tiene por que ser cierto y que todo puede ser inventado.

Y hablando de temas y tramas, las primeras veces, cuando algún amigo me preguntaba ¿De que va el libro? Veía que no era capaz de explicarlo con claridad y sencillez. Bueno pues resulta que me he dado cuenta que puedo contar unas cosas a unos y otras a otros y que,    lo que les cuente a ambos,     sea completamente cierto.

¿Por qué es esto así?

Pues probablemente porque mi intención fue escribir una novela amena y fácil de leer pero que le ofreciera también al lector la posibilidad de pensar. Y quizás la dificultad de sintetizarla y explicarla con pocas palabras resida en esa aparente contradicción entre entretenimiento y reflexión y, desde luego, en el hecho de que se ofrece al lector más de un tema de fondo.

Claro que un escritor más avezado y más inteligente hubiera preferido tocar en cada libro un solo tema. Si hubiera adoptado esa estrategia probablemente habría conseguido centrar más al lector,  y además, ahora tendría una larga lista novelas en la recámara, cada una con su correspondiente temática, y no como ahora,     que tendré que esforzarme por encontrar contenidos interesantes cada vez que quiera empezar un libro.

Pero como he dicho antes, los libros se hacen un poco a si mismos y este tomó, con o sin mi permiso, la decisión de no dedicar sus páginas a un solo tema.

Otra cosa que me sorprendió,  por la frecuencia con que me lo preguntaban,    era el interés de la gente por saber ¿Cuántas páginas tiene el libro?
Para eso no tenía respuesta, y decía,  y digo,  pues unas doscientas y… algo.     Porque realmente ni sabía ni sé cuantas tiene.

Ante esa respuesta me encontraba dos tipos de reacciones diferentes.
Por un lado advertía gestos de alivio dictados, sin duda, por la impresión de que al menos un libro corto no aburre.
Y por otro estaba la actitud de los que piensan que hoy en día,  no hay libro que se precie si no tiene por lo menos, digamos, 500 páginas.

De cualquier forma, la propia historia, o quizás yo, habíamos decidido ya que era más prudente no aburrir. Eso sí,  puede que desaprovechando una oportunidad para escribir una novela de…  aunque solo fueran… ¿400 páginas?

A pesar de todas esas impresiones mías, yo me sentía muy feliz porque fuera como fuera había conseguido escribir un libro y dejaba atrás un reto, una aventura. Y lo que es más, por aquellos días estaba muy satisfecho porque, aunque no está bien que sea yo el que lo diga, descubrí que la novela  no debía de ser mala después de dársela a leer a mi primera lectora, mi mujer.

Fui feliz porque cuando esperaba que tardara una semana en acabarlo,    me sorprendió leyendo de un tirón más de medio libro, (estuvo leyendo hasta el alba) y al día siguiente por la mañana terminó el resto.

Así que cuando vi , que ante mi ansiedad por conocer su opinión se le humedecían los ojos, me sentí orgulloso, no de haber escrito un libro ameno, sino de tener a mi lado una mujer que me quería tanto como para que en sus ojos apareciera esa satisfacción.

Después ha pasado algo parecido con mi hija, y créanme, nada puede hacer más feliz a un hombre que ver asomar esos sentimientos en los ojos de las personas que quieres.

Y, para aquellos que no lo hayan leído,  volveré a intentar contestas a esa primera pregunta. Porque... Si no es aburrido… ¿Qué temas trata?

Pues sigo como al principio, sin saber concretar y ordenar lo que yo he intentado contar de una forma amena en la novela.

Podíamos decir que hay en ella una crítica al estilo de vida occidental.    
Que se pone de relieve la violencia extrema de la guerra o lo que supone la utilización de niños como soldados. Se puede encontrar en ella un reflejo de las tesis existencialistas, en particular de la obra de Albert Camus, o mi propia versión sobre al lado oscuro del ser humano, que en su momento nos descubrieron Joseph Conrrad o José Eustasio Rivera.
   
También pretende provocar una reflexión sobre la banalización del mal y, sobre todo, es una alabanza a la sencillez, a la mirada limpia de una joven madre, de un niño inocente, de las personas humildes, además de un recuerdo de los paisajes, de los colores y los olores de Camboya.

Vamos, lo dicho en un principio, que para resumir en pocas palabras lo que es mi libro, o lo que supuso para mí, llevo hablando un cuarto de hora  y probablemente, los que no lo hayan leído aún no sepan de que va.

Pues bien, voy a intentar satisfacerles hablando un poco de los personajes que, en el fondo, son quienes cuentan la historia.

Empezaré por Eduardo, un médico asturiano, que por su profesión como la mía podría pensarse que es el que más tiene de autobiográfico y no es así.

En la novela,  todos tienen mucho de ficción y algo de su autor, es como si los personajes fueran una especie de autómatas que copiaran cosas mías y curiosamente el que menos me ha copiado es Eduardo.

Channa, la protagonista camboyana de la novela, existe,  y su chabola, su hijo, su marido y la charca junto a la que vivían también. Una tarde, en aquella aldea de Camboya, descubrí en  su mirada lo fácil que es ser alegre incluso en las condiciones de pobreza más extremas.
De su miseria, del brillo de sus ojos, de su naturalidad, de su asombro, de su belleza interior y también de su inmovilidad y de su falta de ambición nació esta novela. 

Channa no era atractiva, pero parecía feliz y eso  me impulsó a crearla bella. Su personaje y su imagen reúnen en realidad la expresión que he visto en cientos de personas, en cientos de rostros risueños de distintos países, que sonríen constantemente a pesar de vivir en la indigencia.

Lilly, el otro personaje femenino con el que procuro caricaturizar la globalización y la vida en occidente, me provocó y me provoca un sentimiento casi de culpabilidad, de una culpabilidad afectuosa, desde luego.

Creo que esta sensación se debe a mi intento de cargarla con rasgos negativos para afearla, y mi sorpresa fue que como personaje,   Lilly  se negó a ello.
Era como si estuviera viva y tras colocarle un adjetivo peyorativo me suplicaba desde la página ya escrita que lo cambiara, que lo dulcificara, de manera que ante su demanda no me quedó más remedio y le concedí su propia belleza.

Saloth Yatay es un guerrillero del Jemer Rojo en el que procuré resaltar el desinterés, la indiferencia, la ausencia de proyectos, la desilusión y la apatía provocados por el dogmatismo y por la guerra.

Es un personaje frío, impasible, amoral, deformado por el adoctrinamiento desde la infancia para ser utilizado, desde niño, como soldado.

Creo que este es el personaje más carismático de la historia, el más bonito, el más desgarrador, el que desearía interpretar, si yo fuera actor y por supuesto, el más querido por su autor. Sin él esta novela no existiría o no tendría las connotaciones que pretendí darle. Sin él, Los caminos del agua no se habrían encontrado en Camboya.

Así que sin descubrir su trama voy a terminar diciendo que “Los caminos del agua” es una aventura con personajes que entrecruzan sus vidas. Una historia en la que algunos personajes aprenden y encuentran su sitio y otros pierden incluso la oportunidad de vivir. 

Una novela en la que sus protagonistas representan casi por orden de aparición el desengaño, la sencillez, la arrogancia o la apatía, todo ello en un país con unos paisajes tan bellos y una historia tan trepidante y brutal como solo Camboya puede ofrecer.

Un relato en el que los secretos y la guerra del Jemer Rojo me permitieron crear un ambiente de incertidumbre, de suspense y espero que de cierta emoción, porque como siempre digo si una novela no es capaz de entretener y emocionar al mismo tiempo, no merece la pena.

Termino diciéndoles que un libro una vez escrito deja de pertenecer a su autor para empezar a pertenecer a sus lectores y que ya no es importante lo que su autor diga de él sino lo que ustedes piensen, lo que a ustedes les sugiera su lectura.



3 de junio de 2014

Hola a tod@s.
Después de unos días de descanso, vuelvo a presentar la novela. Esta vez en Oviedo, mañana día 4 de junio, en El Club de Prensa Asturiana a las siete de la tarde.
La verdad es que, cuando empecé con este tema de promocionar la novela, nunca pensé que esto llevara tanto tiempo y tanto trabajo.
De los resultados de estas presentaciones no sabré nada hasta dentro de unos meses, pero hay algo mucho más importante que los resultados y es que gracias a ellas he conseguido reencontrarme con gente que hacía mucho tiempo que no veía, por ejemplo con mi gran amigo y compañero José Antonio Morán (un abrazo Morán) y con su familia. He recuperado el contacto, por Facebook, también con Gloria y Paco y con Luisa y Miguel (un abrazo a todos), aunque como soy un vago pues no entro mucho en esto del Facebook. Espero no perderlo de nuevo.
En fin, a los que estáis en Oviedo, me gustaría veros con motivo de esta presentación y charlar un poco, recordar viejos tiempos, etc. Vaya, que este y otros motivos no dejan de ser una disculpa para volver a ver a los amigos, así que si os apetece os espero en el Club de Prensa Asturiana, en la calle Calvo Sotelo, 7. Oviedo, el día 4 de junio a las siete de la tarde. Prometo no aburrir.